Sinopsis
Una atractiva muchacha cumple condena por el asesinato de su esposo. Al salir en libertad condicional, Rachel es apresada de nuevo por vagancia, pero esta vez el vizconde D'Aubrey, uno de los magistrados que la juzgan, le ofrece la oportunidad de redimirse trabajando como ama de llaves para él. Rachel sospecha las perversas intenciones del vizconde, un joven libertino y apuesto, pero nada puede ser peor que la cárcel. O al menos eso cree ella…
Opinión personal
Esta
novela es la segunda de la trilogía Wyckerley
que decidí leer porque aunque había críticas negativas otras la ponían como
joya y no me pude resistir, la curiosidad me mataba.
A
estas alturas en que ya llevo días de finalizar su lectura todavía no sé qué puntuación
darle porque ha sido una lectura diferente y controvertida.
Sebastian Verlaine,
vizconde D'Aubrey es un hombre cuya condición social y sus
circunstancias personales lo han hecho una persona que prácticamente no tiene
sentimientos, es cínico, el conocido canalla que utiliza a las mujeres para su
beneficio personal. Su posición lo lleva a ser una de las personas que juzgará
a Rachel Wade, una mujer que se ha pasado diez años de su vida encarcelada por
el asesinato de su marido. Es aquí cuando Sebastian se ve atraído por Rachel
pero sus intenciones son bastante retorcidas, aquí empieza el juego psicológico
que la autora sabe muy bien plasmar.
Sebastian
es esa parte de la alta sociedad de la época que le otorga poder, el conocido canalla, con nula empatía que
jugará con Rachel, tensará su cuerda hasta que esta se rompa. Sin duda no ha
sido un personaje al que le haya tenido mucho cariño por no decir nada, es
cruel y hay una escena específica en la que le tuve mucho asco y que no le
puedo perdonar por mucho que luego la autora lo intente en la segunda parte. Sin
duda no tengo queja de lo que hace la autora, ella plasma una historia dura,
con personajes bastante complejos y la verdad es que la hace con bastante
facilidad, otra cosa es que nos gusten o no ciertas cosas y acciones de los
personajes. Yo dividiría dos partes
claramente diferenciadas: la primera, la cruel, en la que vemos a un Sebastian detestable
como persona y a una Rachel que lo ha perdido todo, por no tener no tiene ni
orgullo y hará todo lo posible por no volver a pisar la cárcel incluso si con
ello se debe rendir a los “juegos” de Sebastian. La segunda parte sería la
dulce, en la que Sebastian abre los ojos y comienza a tener empatía y… amor por
Rachel y ésta a su vez comienza a renacer y a expresar lo que siente, a volver
a ser una mujer normal, dejando los traumas en el pasado. El paso de una a otra
parte es lo que me ha parecido muy rápida y poco creíble, quizá si hubiese sido
progresiva pero así tan repentina me ha costado verlo.
Así
que tenemos una primera parte bastante dura pero que es la mejor lograda por
mucho que me disgustó el personaje de Sebastian y una segunda que es muy
romántica y dulzona con algo de intriga y emoción pero lo normal que solemos
encontrar en este tipo de novelas. El juego psicológico es indudablemente
bueno, la evolución de los personajes me ha gustado exceptuando ese “click”
repentino que produce el cambio en Sebastian, no ha sido muy creíble.
La
autora refleja muy bien la vida de Rachel y con bastante elegancia pues no hace
falta dar detalles escabrosos para imaginarse por lo que la protagonista pasó y
que por ello sea como es en ese momento.
En
definitiva, ha sido una historia diferente que ha captado mi atención y que me
ha emocionado de distintas maneras para bien o para mal y aunque la mentada
escena me molestó sobremanera la novela merece nuestra atención por
diferenciarse de las otras con personajes tan “originales” como éstos.
Puntuación: 4 estrellas
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